En octavo básico ingresa al Liceo de Coronel y se destacó por ser un muy buen estudiante, fue el mejor alumno en promedio de cuarto medio en 1982, le fue bien en la Prueba de Aptitud Académica y la familia lo alentó a estudiar medicina. “Mis hermanas estudiaban licenciatura en arte y educación y era la carrera clásica que podría interesarme, además que uno de mis mejores amigos ingresó a estudiar medicina y nos matriculamos en la Universidad de Concepción”. Día a día viajaba desde Coronel a Concepción, fue difícil al inicio de la carrera por la competencia de los alumnos que venían de colegios privados con mejor preparación, pero se niveló y apreció la experiencia de estudiar y descubrir la libertad de poder administrar su tiempo en forma independiente.

En 1989 egresó de la Universidad de Concepción y  hace su práctica en el Hospital de Coronel y luego estuvo tres años como médico general de zona en Lebu, donde se reencuentra con compañeros de la universidad. Entre ellos el doctor “Madrid” con el que hacía una dupla singular de apellidos (Paris y Madrid).

“En esos años, uno asume cosas, éramos anestesistas, médicos cirujanos, obstetras, lo hacíamos asumiendo las dificultades propias de las urgencias y de las necesidades. Uno sale de la Universidad y tiene el título con el que quiere hacer patria, y así fue, es una medicina heroica”. Recuerda que hacían rondas médicas a la Isla Mocha en avionetas desde Curanilahue, en invierno donde tres días de ronda podían transformarse en seis, “una vez me tocó ir navegando a la isla y nos demoramos dos días en llegar”.  Ese período duró tres años. Después se traslada por seis años  a Máfil, como único médico General de Zona trabajando en consultorio, en programa infantil, de pre-natal y  trabajos comunitarios, desarrollo personal más volcado hacia atención primaria, “Es importante que la comunidad se sienta integrada en la atención de salud, las personas que requieren atención, la gente llega un estado de excepción, la persona está más susceptible en ese minuto”.

El compromiso era muy fuerte, “cuando uno egresa es más poético”, señala e incluso describe que hay veces que claramente como profesional, muchas veces los médicos se exponían para asistir a las rondas. “Una vez en el avión  no tenía correa de distribución, entonces el piloto llegó desde Temuco sin apagar el motor, y subimos nuestras cosas y nos fuimos, asumimos el tema porque nos estaban esperando”.

La especialidad fue migrando en este médico, pasando su interés por diversas especialidades “primero quise ser pediatra, después traumatólogo.  Traumatología me gustaba porque tenía cirugía, había desafío, uno tenía la oportunidad de intervenir y mejorar. La obstetricia también era desafiante, pero hay una expectativa muy grande en los pacientes y eso es muy difícil cuando hay problemas, es un tema muy expuesto”. Finalmente, se decidió por estudiar oftalmología. “Acceder a la beca de oftalmología no era fácil, pero se lograba mezclar una buena calidad de vida, ordenada,  con desafíos”. Considerando que se unía lo quirúrgico, la terapia y la consulta, dando soluciones a enfermedad se integra a la Universidad de Chile, al Hospital Barros Luco en 1997.

Terminando la beca, una de sus hermanas radicada en Puerto Varas le inspira a venirse a la zona. Entonces,  atraído por la naturaleza prístina, la pesca con mosca, los parques y la tranquilidad, se integra al Hospital Base de Puerto Montt el año 2001, lugar donde se relaciona con otros profesionales del área, quienes motivados por la realización de cirugías refractivas fundan Oftalmontt, con el fin de ser pioneros en esta tema en la zona y buscar mejorar los estándares de la salud visual, en una especialidad muy tecnológica, con maquinaria especializada.

El doctor Paris, es padre de Luciano y entre sus hobbies está la pintura, lectura, pesca y los bailes de salsa y el tango. “Porque el baile, es un lenguaje”, dice.

Explica que la visión es un tejido nervioso muy especializado. “El ojo es quizás el órgano más evolucionado y complejo”, difícil pero no imposible de “re enhebrar”. Sin duda, lo poético,  no sólo se da en la etapa de los primeros años de profesión, esto se aprecia en este aplicado y estudioso profesional.