1993 ingresó a la Universidad Austral de Valdivia a estudiar medicina, recuerda una etapa muy entretenida. Al egresar, parte durante un breve período en un Consultorio en Los Carreras en Osorno y luego postula como médico general de zona en el Hospital de Quellón, en el año 2000 donde conoció a su señora Magdalena, odontopediatra, con quien tiene a sus dos hijos: Magdalena y Benjamín.
El año 2006 se va a “buscar su camino”, es decir a realizar la beca de especialización en la Universidad Católica de Santiago, en el Hospital Sótero del Río. Estos años fueron años complicados para el núcleo familiar, por estar un poco solos, sin red y por lo difícil que es retomar el ritmo de estudiante para un hombre con familia.
La oftalmología es una especialidad interesante, es un desafío, es una especialidad bien posicionada, que no es fácil de obtener, y tiene una buena retribución económica.
Regresa al Hospital Base de Puerto Montt, compromiso público que se asume, donde existe un trabajo fuerte, más intenso. “Te toca ver de todo, personas que quedan ciegas y otras personas que recuperan su vista, como sucede con los diagnósticos de cataratas complejas”. Las personas valoran esta profesión.
Entre sus anécdotas comenta que “una vez en el Hospital me regalaron una caja gigante de chocolates en caja de madera de Entrelagos, una para mí y otra para el personal, que nos endulzó la vida. En Quellón recuerda que en varias oportunidades se recibían de algún paciente agradecido un poco de locos, erizos o salmones, productos propios del bordemar”. En esa época realizó
Cuando el servicio lo requiere, está disponible para participar en operativos médicos a comunidades aisladas, como Futaleufú, porque para el doctor Luengo el compromiso está presente en su día a día, es por eso que entre sus desafíos está “mejorar lo que se hace en el Servicio de Oftalmología en el Hospital Base y en lo que se hace en la parte privada en Puerto Montt, en la red clínica Oftalmontt, para concretar un proyecto de calidad en el área privada.